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Linda Gretel

Foto del escritor: Diana María GiraldoDiana María Giraldo

Para Pía


La niña era blanquita, muy hermosa de ojos vivaces y cabello ondulado. Su mamá la quería con todo el corazón y le había puesto el nombre de Linda cuando ella nació. Su papá y su hermanita mayor también estaban felices con la pequeña.


La pequeñuela iba creciendo, y junto con su tamaño conservaba su gracia, pero era una niña muy obstinada. Hacía pataletas pidiendo el tetero, exigía sus juguetes y levantaba el barrio de un solo grito. Iba creciendo y le decían con cariño “clavita” porque era muy delgada pero también muy ágil. Le gustaba jugar con la pelota y lo hacía muy bien.


Pero cuando las cosas no sucedían como ella quería, entraba en llanto y lloraba con todos sus pulmones. Gritaba y se revolcaba en el piso. La mamá la abrazaba con mucho amor, y para calmarla se metía con ella a la ducha bajo el agua fría.  La niña lloraba un poco más, hasta que se calmaba. La mamita la abrazaba con una toalla, le ponía ropa seca y le daba caldito de pollo. Luego, que la niña estaba tranquila la mamá le contaba cuentos acostadas con una cobija en la cama.  Uno de sus cuentos preferidos era “Hansel y Gretel”. Le gustaba la aventura que tuvieron, como derrotaron a la bruja y también lo felices que estaban cuando fueron libres y volvieron a su casita en medio del campo.


Cierto día, la mamá llevo a sus dos niñas a visitar la tía Elena. Las niñas querían mucho a la tía, así que iban felices para el paseo. Cuando llegaron la familia las recibió con mucha alegría y las hijas de la tía, aprovecharon para llevar a sus primitas al Parque de diversiones. La mamita les encomendó a las chicas cuidar mucho a sus pequeñas, y así se fueron.


Caminaron una larga distancia, y por fin llegaron. En el parque había mucha gente, y las personas hacían fila para montar en el carrusel, la rueda, los carros y el tren.  Mientras compraban los boletos, Linda miraba con atención como los caballitos giraban. De repente, se dio cuenta que no estaban sus primas ni su hermanita cerca de ella.  Miró para todos los lados y le dio la vuelta al carrusel, pero no veía nada; solo gente grande, piernas, el cielo azul y el carrusel.  Miraba para un lado, para el otro, quiso gritar; pero la voz no le salía, el miedo lleno todo su ser.

 

Se sentó a llorar, preguntaba por su mami, por su hermanita, por papi. ¿Dónde están? Se puso de pie, y decidió caminar, se dijo a sí misma “yo seré Gretel y encontraré a mi mami”  Salió del parque de diversiones solo veía camiones, buses, carros, gente grande. Caminaba como Gretel, ella era el tesoro que su mamá amaba. Vio gente extraña,  hombres embriagados, talleres de mecánica, parqueaderos, sentía mucho calor.  A su lado iban dos  seres resplandecientes, que abrían sus alas y la protegían de las miradas de la gente mala. Si gente mala como la madrastra, como la bruja.


El camino le pareció muy largo, la casa de su tía la sintió tan lejos. Con sus crespos recogidos con unas pincitas en forma de corazón, sus tenis, su jean y la camiseta rosada recorrió aquellas calles. Se sintió en el bosque oscuro. Pensaba en Gretel, ella y su hermanito volvieron a casa.

Sus piernas estaban muy cansadas, y fue ahí cuando estaba a punto de sentarse, que vio a su mami. La señora no podía creer que su pequeñita venía solita caminando en medio de esas calles.


Salió corriendo a abrazar a Linda, y sin que le contaran la historia entendió que su niñita se había perdido y agradecía a Dios, llorando, que su pequeñita estuviera bien.


Linda siguió siendo una niña muy determinada. Seguía haciendo berrinches pero eran mas cortos y ya no necesitaba una ducha de agua fría porque el enojo se calmaba con un abracito de mamá y otro cuento más.




 

 
 
 

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